A la hora de gestionar y mejorar la satisfacción de las personas el salario es uno de los factores más relevantes. Pero la relación entre el dinero y la felicidad es compleja y la investigación sobre el tema llega a resultados bastante diversos.

Durante los últimos años la tendencia ha sido considerar que la disponibilidad económica se relaciona con la felicidad pero solo hasta cierto nivel (unos 75.000$ anuales, con los que se puede llevar una vida holgada). Esta idea tiene su origen en el estudio “High income improves evaluation of life but not emotional well-being” (2010) y es posible que el hecho de que uno de sus autores sea el popular psicólogo Daniel Kahneman haya influido en su amplia difusión. Posteriores estudios, como “Happiness, income satiation and turning points around the world” (2018) confirman esta especie de “techo”, con más o menos matices (en este caso se establece entre entre 60.000 y 95.000$ anuales, en función de los parámetros evaluados). Sin embargo, estudios más recientes no llegan a conclusiones tan claras. Por ejemplo en la investigación “Experienced well-being rises with income, even above $75,000 per year” (2021) la relación positiva entre salario y bienestar sigue más allá de los 75.000$ propuestos por de Kahneman:

¿A qué se deben estas diferencias? Como se explica en la revisión ” The Road from Money to Happiness” (2021), es muy probable que estos resultados estén influenciados por la propia definición de “felicidad” (bienestar, satisfacción…). Además, hay otras variables de contexto que también pueden influir de forma importante. Por ejemplo, en el estudio “The effects of neighbourhood and workplace income comparisons on subjective wellbeing” (2020) se concluyó que las personas daban más importancia a la comparación del salario con los compañeros de trabajo que a la realizada con personas del mismo vecindario. Si la comparación se hacía con compañeros y era favorable, se relacionaba más estrechamente con el bienestar.

En resumen, la relación entre el salario laboral y la felicidad es un tema complejo, que depende de numerosas variables, del contexto y de las definiciones que se manejen. Pero también de las comparaciones que se realicen, especialmente si son cercanas. Y convendría tener en cuenta todo ello a la hora de evaluar la satisfacción de las personas.