En la última revisión del Modelo de Gestión Avanzada se ha incorporado el término “propósito”, definido como “Razón de ser profunda de la organización y sus objetivos más fundamentales“. Junto con la misión, visión, valores o principios éticos, es otro mecanismo que puede ayudarnos a definir la identidad y la proyección de la organización. Su función sería la de “aportar sentido, ideales a los que aspirar, orientación, unión y motivación, yendo más allá de los objetivos de negocio o actividad principal“, como se detalla en el glosario del MGA (y como se deduce de investigaciones como “Exploring the Meaning of Organizational Purpose at a New Dawn: The Development of a Conceptual Model Through Expert Interviews“).

Lo cierto es que su utilización ha ido tomando relevancia durante los últimos años, posiblemente debido a que los estudios asocian la definición y formalización de esta razón de ser última (a través del propósito o de la misión) con buenos resultados y enfoques más avanzados. De cualquier forma, estas definiciones se refieren al “propósito corporativo”, es decir, a la razón de ser de la organización en su conjunto, por lo que una de las cuestiones que se puede plantear a la hora de gestionarlo es su conexión con las personas individuales. ¿Qué pueden aportar al propósito y qué les puede aportar el propósito a ellas?

Posiblemente la clave radica en el nexo entre el propósito personal y el propósito corporativo. Revisiones recientes como “Motivation related to work: A century of progress” (2017) muestran que una forma de favorecer la motivación de las personas es aportando sentido a su trabajo, lo cual se consigue alineando los deseos y necesidades personales con las actividades laborales. Estudios como “Outcomes of Meaningful Work: A Meta-Analysis” (2018) concluyen que cuando las personas perciben que su trabajo “tiene sentido”, es decir, les ayuda a satisfacer sus deseos y necesidades personales, también sienten más compromiso, más satisfacción y menos deseos de abandonar la empresa. Obviamente, si esos deseos y necesidades personales, además de con las actividades del día a día, están alineados con al propósito corporativo, la conexión será aún mayor. Y para que todo ello pueda ocurrir las personas deben percibir la coherencia de todo este sistema.

En definitiva, el propósito corporativo debería ser real, honesto y tener “componentes” o enfoques susceptibles de alinearse con los propósitos personales.

El estudio “Perceived Organizational Purpose: Systematic Literature Review, Construct Definition, Measurement and Potential Employee Outcome” (2022) puede aportar algunas ideas interesantes en este sentido. En este trabajo se analizaron los factores relacionados con la percepción que tienen las personas sobre el propósito corporativo; lo llamaron “propósito organizacional percibido” y lo definieron de la siguiente forma:

“… percepción individual de una aspiración auténtica a nivel organizacional de contribuir positivamente a la sociedad, que guía todas las decisiones organizacionales y brinda inspiración en las operaciones diarias”.

Encontraron cuatro factores que debería incluir un “buen” propósito corporativo:

  • Contribución (a la sociedad).
  • Autenticidad (cultura, valores y creencias).
  • Guía (para orientar el día a día).
  • Inspiración (fin “superior”).

Y en base a estos cuatro factores desarrollaron el siguiente cuestionario, que se puede utilizar para que las personas evalúen el propósito de una organización:

  • Mi organización tiene como objetivo contribuir a un bien común.
  • Mi organización busca crear un cambio positivo en el mundo.
  • Mi organización tiene como objetivo lograr algo que va más allá de su propio beneficio.
  • Mi organización se mantiene fiel a sus valores fundamentales incluso cuando hay conflictos.
  • Mi organización está totalmente comprometida con sus objetivos globales.
  • Mi organización encarna de forma creíble sus valores fundamentales.
  • Los objetivos globales de mi organización aportan orientación en situaciones complejas.
  • Los objetivos prioritarios de mi organización guían las decisiones y las acciones.
  • Los objetivos globales de mi organización aportan orientación estable en tiempos de muchos cambios.
  • Mi organización une inspirando metas más elevadas.
  • Mi organización transmite la idea de formar parte de algo mayor.
  • Mi organización inspira proporcionando una razón “superior”.

Son ideas interesantes que pueden ser útiles a la hora de establecer una sistemática para definir y revisar el propósito y la misión, ¿no creen?